Agrupa aquellas conductas de acoso escolar que pretenden que la víctima
realice acciones contra su voluntad. Mediante estas conductas quienes acosan al
niño pretenden ejercer un dominio y un sometimiento total de su voluntad.
El que la víctima haga esas cosas contra su voluntad proporciona a los
que fuerzan o tuercen esa voluntad diferentes beneficios, pero sobre todo poder
social. Los que acosan son percibidos como poderosos, sobre todo, por los demás
que presencian el doblegamiento de la víctima. Con frecuencia las coacciones
implican que el niño sea víctima de vejaciones, abusos o conductas sexuales no
deseadas que debe silenciar por miedo a las represalias sobre sí o sobre sus
hermanos.
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